domingo, 10 de febrero de 2008

¡¡¡ UN NUEVO 11 DE FEBRERO..., UN NUEVO ANIVERSARIO DE NUESTRA ALMA MATER !!!




Creación de la Escuela de Aeronáutica Militar,Decreto Supremo Nº 187 del 11 de febrero de 1913. El primer curso de la nueva Escuela.


La creación de la Escuela de Aeronáutica Militar, antecesora de la actual Escuela de Aviación, fue sin duda uno de los hitos más trascendentes en toda la historia aeronáutica de Chile. Fundada a sólo diez años de efectuado el vuelo de los hermanos Wright, pasó a constituirse en una de las primeras, cronológicamente en el mundo. En cuanto a su importancia para el país, fue el centro desde el cual se gestaron las acciones que darían paso al desarrollo de toda nuestra aviación, tanto militar, como civil, deportiva y posteriormente, comercial.
Sin poder saberlo sus creadores, aunque algunos pueden haberlo sentido premonitoriamente, la fundación de dicha Escuela marcó el inicio efectivo del arma aérea nacional, primero en el seno del Ejército pero, 17 años más tarde, encarnada en una Institución independiente y a la par de sus congéneres de la Defensa Nacional.
Analizando el desarrollo aeronáutico de otros países en aquella época, puede advertirse que generalmente se iniciaba en el sector civil, desde el cual se expandía posteriormente al militar. En cambio en Chile, la actividad comenzó prácticamente en paralelo, igualmente interesados desde el comienzo civiles y militares, aunque siguiendo aproximaciones diferentes. Finalmente, al entender las autoridades que éste era un proyecto de carácter y repercusiones que comprendían a todo el país, se le otorgó la misión y los medios correspondientes al estamento militar para que llevara adelante la materialización de una aviación para Chile.
De allí entonces que, tanto en la creación de la Escuela de Aeronáutica Militar como en todos los hechos importantes de la aviación militar, siempre se tuvo la presencia y el respaldo de las más altas autoridades de Gobierno. Fue así como el propio Ministro de Guerra y Marina, don Luis Devoto, fue quien anunció públicamente el 29 de Marzo de 1912 la intención del Gobierno de avanzar decididamente en aviación.

Sobre la base de los sucesivos informes del Ejército y el persistente apoyo del General Pinto Concha, anunció la adquisición de algunos aeroplanos para la instrucción en Chile de los Oficiales. Señaló por otra parte, que se encontraban ya en Francia los Tenientes Ávalos y Molina Lavín para obtener sus brevets de pilotos, acompañados por los mecánicos y ex alumnos de la Escuela de Artes y Oficios, Miguel Cabezas y Pedro Donoso. Estos últimos eran mecánicos de la Maestranza del Ejército y estaban integrando la Comisión Militar para adquisición de armamento en Berlín, cuando fueron seleccionados para seguir el curso de aviación, obteniendo en Francia sus brevets de pilotos. Con la destinación de estos Oficiales y mecánicos, se acogía enteramente la sugerencia de Dartnellen este sentido.

Finalizó el Ministro expresando que si bien en ese momento no estaba ni el personal ni los aviones, próximamente se crearía la Escuela de Aeronáutica, señalando incluso que estaría ubicada cercana a los campos de tiro de artillería de "EI Culenar", en la ciudad de Linares; ubicación preliminar influida seguramente por la relación funcional que se veía entre la aviación y la artillería, ya comentada anteriormente.
Avanzando en los propósitos expresados, el Gobierno presentó el 8 de Enero de 1913 al Congreso Nacional un Mensaje, a través del cual se pedía la organización de los Servicios de Aeronáutica Militar y la creación de la correspondiente Escuela de Aeronáutica. Por su condición de abogado y sus conocimientos del tema, el General Pinto Concha contribuyó de manera importante en la redacción de dicho Mensaje. La iniciativa fue acogida favorablemente, dictándose la Ley Nº 2.771 que autorizaba la creación de los Servicios Aeronáuticos y disponía los fondos necesarios para acometer tan magna empresa.


Subsecuentemente, se promulgó el Decreto Supremo (G) Nº 187 del 11 de Febrero de 1913, dando vida a la Escuela Militar de Aeronáutica. Cabe destacar el rápido trámite que tuvo esta iniciativa presidencial en el Congreso, lo que indica el grado de interés que se había generado tanto en las autoridades como en todos los ámbitos nacionales, por contar con una aviación propia. Debe destacarse al respecto que este interés fue el producto tanto de los vuelos de los primeros aviadores civiles extranjeros y chilenos en cielos patrios, como de la persistente y metódica acción del Ejército allegando información completa y de total actualidad sobre el desarrollo aeronáutico en otros países. Esta conjunción civil-militar tuvo el feliz resultado de crear, en muy poco tiempo, los fundamentos de lo que hoy conocemos como una "conciencie aérea nacional", indispensable para el desarrollo de la actividad.
Por otra parte, no puede descartarse que haya pesado en la agilización de este trámite, el conocimiento que se tenía de que Brasil y Argentina ya habían creado sus Escuelas de Aeronáutica, hacía más de un año y que tanto Bolivia como Uruguay tenían ya aviación militar. El propio Pinto Concha en entrevista publicada en "EI Mercurio" del 12 de Diciembre de 1913, iniciaba su argumentación a favor de la recién creada Escuela chilena diciendo: ""Creo necesario explicar en pocas frases la situación de la aviación entre nuestros potenciales enemigos, al crearse la nuestra ".


El Decreto de creación, con la firma del Presidente don Ramón Barros Luco y de su Ministro de Guerra y Marina don Jorge Matte Gormaz, estipulaba el nombre de "Escuela de Aeronáutica Militar", pero también se usó indistintamente el de "Escuela Militar de Aeronáutica ", como consta en los diplomas de piloto militar que entregó posteriormente, hasta su cambio por el de "Escuela de Aviación", en 1920. El citado documento constaba de diez artículos, los que se referían, en lo principal, a los siguientes aspectos:
-Objeto del organismo: formar Oficiales y suboficiales como pilotos aviadores, pilotos mecánicos o pilotos aerostáticos, lo que indica que la idea de los globos no se había desechado totalmente. Lo que sí se advierte en este acápite es la aceptación de la indicación de Dartnell, en el sentido de establecer una diferencia funcional entre la dirección misma de un vuelo determinado con respecto a los aspectos de preparación mecánica de las máquinas.
-Dotación inicial: se determinaba una dotación inicial de 70 plazas, entre los cuales estaban comprendidos los integrantes del primer curso, de 10 Oficiales y 7 suboficiales.
-Uniformes: se disponía el distintivo de un cóndor con las alas extendidas, de 0,02 x 0,75 en bronce para los Oficiales y en blanco oxidado para la tropa. Estas disposiciones se complementarían más adelante para los Oficiales, que debían llevar una hélice bordada en oro, de 6 cm. de largo sobre el antebrazo izquierdo y para los suboficiales, la misma bordada en lana roja y las letras E.A.M. en las presillas del uniforme (Boletín Oficial Nº 229, de 8 de Agosto de 1914). En cuanto a la tenida misma, se establecía un uniforme común de color azul gris, excepto para los alumnos, quienes usarían el de su arma de origen mientras no obtuvieran el título de piloto. Hasta esa época todavía cada arma usaba un uniforme con colores diferentes que las distinguían de las otras, pero la guerra impidió seguir importando la tela azul reglamentaria desde el extranjero y finalmente, por B.O. Nº 398, del 3 de Enero de 1917, el Ejército adoptó el paño gris verde, producido por industrias nacionales y que ha mantenido hasta nuestros días.
-Alumnos: se establecía que podían postular Oficiales y Suboficiales, sin distinción de armas, acreditando aptitudes físicas, peso menor de 75 kg., ser soltero, con alto grado de poder visual y óptima condición médica certificada, especialmente en cuanto a corazón y pulmones. Para el caso de los Oficiales se disponía que debían ser Tenientes y que, por excepción, se considerarían Capitanes. Para la selección de pilotos, se aplicaría el mismo criterio que se aplicaba en Europa en el sentido de dar preferencia para que se destinaran a la nueva organización a aquellos militares pertenecientes a Armas Montadas: Caballería y Artillería; por la sola idea que su particular modalidad de servicio los habría hecho familiarizarse más con la velocidad, por el veloz desplazamiento de sus cabalgaduras sobre terreno, a diferencia de la Infantería.
-Programas de instrucción : se establecían cursos teóricos y prácticos, para iniciarse dos veces al año, en Marzo y en Octubre, con algunas pequeñas diferencias entre los contenidos que debían cubrir los Oficiales y los Suboficiales. Con esta secuencia se pretendía cumplir con el propósito de conformar una Compañía de Aviación por año, que había planteado Pinto Concha en su informe, pero que no se pudo cumplir por efectos indirectos de la Primera Guerra Mundial. Lo importante de dicho propósito es que la intención era dotar a cada División de Ejército con una Unidad aérea, descentralizando y expandiendo este nuevo medio hacia todo el país y con un propósito operacional castrense.
-Costos: el costo del proyecto era de 700.000 pesos oro de 18 d. Entre las diversas disposiciones, se estableció que el personal de Aviación gozaría de una gratificación del 25% "De Vuelo", además de determinados beneficios por accidentes sufridos en acto de servicio, haciéndolos extensivos a los familiares en caso de fallecimiento.
En cuanto al mando de la Escuela, se designó Director al Teniente Coronel don Carlos Hinojosa Peñailillo, a la sazón en comisión en Alemania y que desempeñaba en Chile el cargo de Comandante del Regimiento Ferrocarrileros. En ausencia del Teniente Coronel Hinojosa, asumió la Dirección por sucesión de mando, el Capitán don Manuel Ávalos Prado, que ocupaba la única plaza de Capitán contemplada en la dotación inicial de la Escuela. Esta situación se formalizó al ser nombrado Director interino el 25 de Octubre de 1913 por Resolución de Personal Nº 2.380, dejando simultáneamente el Comandante Hinojosa de ser Director como había sido nombrado. El Capitán Ávalos ejerció el mando siempre en esta calidad de interino porque no podía ser nombrado en propiedad por no ser Oficial Jefe. Lo hizo hasta Marzo de 1915, cuando fue llamado a la Academia de Guerra como alumno.

Aunque a primera vista no se vea la relación que podía tener el Jefe de una Unidad de ferrocarrileros con la aviación, el nombramiento inicial del Comandante Hinojosa tenía una lógica bastante simple y casi doméstica. La Escuela se instaló inicialmente en Lo Espejo, en una chacra de propiedad fiscal, en donde la policía de Santiago mantenía su caballada y este lugar era adyacente al cuartel del Regimiento Ferrocarrileros, que mantenía la línea férrea militar de trocha angosta a El Volcán, por el Cajón del Maipo. Para acceder a este lugar desde Santiago, se usaba el tranvía eléctrico que corría hasta San Bernardo, cruzando según la revista "Pecitico Magazine" de Marzo de 1916, en un reportaje a la Escuela, "uno de los más hermosos parajes de las vecindades de la capital. A ambos lados de la vía, vastas y verdes praderas para apacentar ganados, campiñas dilatadas, grandes viñedos cuyas plantas, en correctas y apretadas filas, semejan una brigada de formación; coquetas villas a cuyo frente se extienden los jardines, con sus arriates bordados de flores ... " No sin algo de nostalgia, hay que consignar que se refiere a la actual Gran Avenida José Miguel Carrera.
En esta Unidad se recepcionaba el material de aviones y repuestos adquiridos por Dartnell y Ávalos en Europa. Su Cuartel estaba ubicado en el sector aproximado al Paradero 34 actual de la Gran Avenida, unido por un desvío ferroviario a la Estación Lo Espejo, lo que permitía un expedito acceso de esta carga, que llegaba por ferrocarril desde Valparaíso, adonde había arribado desde Europa. Posteriormente, en 1918, la llegada de material Bristol demandó mayor espacio para la operación aérea, por lo que se adquirieron los terrenos adyacentes hacia el Norte de la Escuela y que eran los de una hermosa viña perteneciente al Sr. De Mabille.

Debido a esta proximidad entre las dos Unidades, la recepción del material y el relativo aislamiento del centro de la ciudad, la mencionada designación tiene bastante lógica ya que, además, la Escuela recibió desde la partida un gran apoyo de dicho Regimiento. El Capitán Ávalos comenzó por solicitarle algunos galpones, pero a medida que empezó a llegar material aéreo, el espacio se hizo poco y la Escuela prácticamente invadió los dominios del Regimiento. Como esta situación continuara a través de los sucesores de Ávalos, dicha unidad militar debió buscar otro lugar donde establecerse, pese a lo cual, las relaciones entre ferrocarrileros y aviadores se mantuvieron siempre cordiales, constituyendo una sola agrupación aeroterrestre que aunque heterogénea, siempre estuvo ejemplarmente unida.
Lo que no parece tan lógico, visto a la distancia, es el nombramiento de un Jefe que se encuentra en comisión en el extranjero a cargo de un establecimiento que está iniciándose y que requiere, en consecuencia, la permanencia y atención de su Director. No parece aventurado pensar sin embargo, solamente a nivel de hipótesis, que ésta fue una salida de tipo reglamentaria para colocar al hombre indicado en el lugar preciso, para asegurar el éxito de la naciente Escuela. Sí bien el Capitán Ávalos, por su grado, no podía asumir como titular un mando destinado a un Oficial Jefe, el Reglamento sí lo autorizaba para hacerlo como interino.
Ahora bien, las razones para insistir en una persona determinada no eran otras que el Capitán Ávalos era el único aviador militar en servicio en Chile. No solo había logrado su condición de piloto en la Escuela Bleriot, sino además y a diferencia del Teniente Molina Lavín, continuó su instrucción de vuelo en la Escuela Sánchez Besa. El éxito que obtuvo en sus cursos y los vuelos que realizó en Europa le dieron una gran experiencia aérea. Allá voló todos los tipos de aviones con que contaría la Escuela de Aeronáutica al iniciar sus actividades.
Este distinguido Oficial, altamente técnico además por su especialidad artillera, unía a su gran experiencia en vuelo una concepción obtenida en las fuentes mismas europeas sobre la forma en que había de desarrollarse adecuadamente la instrucción de vuelo en nuestro país. La circunstancia de que fuera familiar del General Pinto Concha puede haber pesado en su designación original para aprender aviación en Francia pero, como corresponde a todo piloto, el mérito del resto le correspondió solamente a él, a su habilidad natural, a su coraje y determinación por dominar su máquina y cumplir así con el encargo que tenía por parte de su Institución.
La recién creada Escuela contaba además en su dotación con un Ayudante, cargo que recayó en el Teniente Augusto León; un médico, el Cirujano 2º Dr. Roberto Ugarte Donoso; dos oficiales instructores; un Contador, que recayó en el Contador 1 º de Ejército don César Larraín Dueñas; un Administrador de Aeródromo, y dos profesores. Entre éstos últimos, se contaba el ex-ingeniero de la Armada don Pedro Andrade Moss, que asumió como Jefe de Talleres y profesor de mecánica, realizando además su curso de vuelo en la Escuela. Debe destacarse la presencia del Ingeniero Andrade Moss, por cuanto marca la relación profesional que desde el comienzo tuvo la aviación militar con la ingeniería naval y que con el tiempo iba a dar forma a la Ingeniería Aeronáutica. Fueron Ingenieros de la Armada los que, en el período de la Aviación Militar y también después de la creación de la Fuerza Aérea, sentaron las bases de toda la actividad de mantenimiento aéreo tal como hoy la conocemos.
El Ingeniero Andrade encontró un valioso apoyo en el ciudadano español, especialista en carpintería y primer Jefe de dicho Taller, don Manuel Penelas. En una época en que los aviones estaban confeccionados en gran parte a base de madera y de tela, los carpinteros debían tener tanta destreza como los mecánicos. Aún se conservan en el Museo Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Chile algunas de las hélices de madera que se usaban en ese tiempo, cuya reparación e incluso construcción estaba a cargo de estos carpinteros dirigidos por Penelas. El español también fue el creador de los aparatos "Duperberrilr » "Terror", incipientes ayudas a la instrucción de vuelo que se usaron en los programas de los primeros cursos del plantel.


Para formar el primer Curso en la nueva Escuela, la Superioridad del Ejército hizo una convocatoria para seleccionar candidatos a alumnos para la Escuela, recibiéndose alrededor de sesenta solicitudes. Según relata Enrique Flores "los exámenes de selección a que fueron sometidos versaron, entre otros, sobre conocimientos de matemáticas, álgebra, geometría, física, química y trences", idioma que se identificaba con la aviación como hoy lo es el inglés, '1 y un examen médico y de vuelo como pasajero, durante el cual los postulantes debían hacer un dibujo del Regimiento Ferrocarrileros. Posteriormente se cambió el croquis del Regimiento por uno más amplio, abarcando una extensión de terreno de más o menos 7 O km., tomado a mil metros de altura, en razón de que el referido cuartel llegó a ser conocido casi de memoria por los postulantes antes del examen."
Finalmente, el 17 de Marzo de 1913, la Comisión presidida por el General Pinto Concha aprobó a los siguientes Oficiales, por orden de mérito, todos Tenientes: Amadeo Casarino, de Artillería; Víctor Contreras, de Ingenieros; Alejandro Bello, de Infantería; Tucapel Pon ce, de Infantería; Francisco Mery, de Artillería; Enrique Pérez, de Infantería; Armando Urzúa, de Caballería; Julio Torres, de Infantería; Gabriel Valenzuela, de Ingenieros y Arturo Urrutia, de Artillería. Además, quedaron aprobados los Sargentos Adolfo Menadier, Juan Verscheure, Eleodoro Rojas, José García, Floridor González, Luis Ornar Page y Manuel Ampuero.

Fuente : Página Web de la Escuela de Aviación “Capitán Manuel Avalos Prado".